Para servir al pueblo hay que estar dispuestos a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa, sino de casualidad.Los fanáticos sí.
Me gustan los fanáticos y todos los fanatismos de la historia. Me gustan los héroes y los santos. Me gustan los mártires, cualquiera sea la causa y la razón de su fanatismo. El fanatismo que convierte a la vida en un
morir permanente y heroico es el único camino que tiene la vida para
vencer a la muerte.
Por eso soy fanática. Daría mi vida por Perón y por el pueblo. Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad.
Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados.
El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas. Es la gran fuerza de los pueblos: la única
que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo
lo que suene a corazón. Por eso los venceremos.
Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí.
Ellos no pueden ser idealistas, porque las
ideas tienen su raíz en la inteligencia, pero los ideales tienen su
pedestal en el corazón. No pueden ser fanáticos porque las sombras no pueden mirarse en el espejo del sol.
Frente a frente, ellos y nosotros, ellos
con todas las fuerzas del mundo y nosotros con nuestro fanatismo,
siempre venceremos nosotros.
Tenemos que convencernos para siempre:
Quemarnos para poder quemar, sin escuchar la sirena de los mediocres y
de los imbéciles que nos hablan de prudencia.
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