El periodismo es quizás la más eficas de las armas modernas que las naciones eventualmente poderosas han utilizado para dominar pacíficamente a los países más débiles. Es un arma insidiosa que penetra hasta la intimidad del cuerpo nacional y sofoca casi en germen los balbuceos de todo conato de oposición. Su acción es casi indenunciable porque fundamentalmente opera, no a través de sus opiniones, sino mediante el diestro empleo de la información que por su misma índole no puede proporcionar una visión integral y sólo transfiere aquella parte de la realidad que conviene a los intereses que representa.
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Altaneros y casi despreciativos para referirse a los hombres e impulsos del país e impotentes, en cambio, para resistir la presión de los intereses extanjeros, que si bien luchan entre ellos, se coaligan y conciertan cuando son amenazados por el surgimiento de las energías nacionales, como lo demostraron en la campaña que se sosuno llevaron contra la obra del presidente Yrigoyen, contra las leyes de protección al trabajo, contra la leyes de jubilación, contra la nacionalización efectiva de los ferrocarriles del Estado, contra la revisión de las concesiones de tierras, contra la proyectada nacionalización del petróleo. Para justificar, siquiera verbalmente, esa campaña contraria a las conveniencias nacionales, se les revistió con apariencias de disconformidad política. Se aparentó defender las formas democráticas. Se zahirió a Yrigoyen acusándolo de dictador con todas las variedades del ingenuo deslenguado....
La vida social de la República Argentina continúa totalitariamente dominada por la Nación y La Prensa (Grupo Clarín en la actualidad). Digo totalitariamente, porque, en verdad, ése es el adjetivo cabal que le corresponde. Todos los poderes republicanos están sometidos a diversos tipos de fiscalización contralor, con excepción de la prensa. Y toda su fuerza está hoy dirifida a desmantelar lo que el país emprendió y logró en el transcurso de los últimos quince años. Sus consejos y recomendaciones editoriales tienden a entregar de nuevo a los extranjeros los controles de la economía argentina: el Banco Central, los depósitos de los bancos privados, la comercialización por socieddaes privadas de nuestra exportación agropecuaria... Y aunque no se atreven a decirlo francamente, su campaña está dirigida a desprestigiar al Estado en el manejo de los transportes para facilitar la ulterior transferencia y a cegar a la industria las fuentes de crédito, que no otra cosa significa entregar la totalidad del crédito para que "vuelva a ser materia de actividad privada, libre de ingerencias y reglamentaciones estatales", según lo recomienda La Prensa del 16-IX-57. Para La Nación y La Prensa todo lo que incomoda a los planes extranjeros, todo el desarrollo alcanzado por el país, parece ser una "herencia del gobierno depuesto". Y ese es un juicio diametralmente equivocado. El gobierno depuesto no hizo m´sa que abrir algunas válvulas: por ellas desbordaron parte de las energías del país. Será extremadamente difícil y quizás peligroso insistir en su endicamiento arficial....
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El 11 de abril de 1939 (poco antes de comenzar la segunda guerra mundial), el diario La Nación transcribía una opinión de The Statist, que decía: "Es necesario no perder de vista que la actual economía argentina es la consecuencia de una acción deliberada de la Gran Bretaña. En el siglo pasado, nuestros banqueros y comerciantes llegaron a la conclusión de que los productos alimenticios que antes obteníamos en su mayor parte de los Estados Unidos, resultaban anormalmente caros. Se preocuparon entonces de encontrar un pais que pudiese suministrar los productos a precios más bajos. En las llanuras del Plata encontraron ese pais.... Económicamente, la República Argentina es hoy, una gran parte, lo que nosotros hemos querido que ella sea." Que es, exactamente lo que obstinadamente repito: esa es la causa primordial de la que se deducen la mayor parte de los males que nos aminoran, porque esa afirmación debe ser desarrollada en el silogismo de sus consecuencias. Si el objetivo fundamental es extraer alimentos y materia prima, es evidente que la inteligencia política británica se dedicará a prevenir lo que directa o indirectamente pueda entorpecerla, e impedirá su desarrollo industrial, la formación de capitales locales y obstaculizará lo
que de alguna manera fortifique el cuerpo nacional, cuya consolidación, por simple inercia, equivale a una disminución de la presión colonial. La oposición a nuestro crecimiento, desarrollo y diversificación de actividades no es tampoco una novedad...
Los hombres y las ideas que no sirvan a las conveniencisa del dominador serán silenciados sin llamar la atención. Se crea así un ámbito de ahogo y de incertidumbre donde los juicios no tienen un solo punto de apoyo, y en cuya desesperación se vanperdiendo o esterilizando los impulsos mejores de las generaciones sucesivas. El esfuerzo creador no solamente no obtiene el premio lógico y razonable, sino que es duramente castigado cuando no está dirigido a consolidar la hegemonía del dominador. Es en estos países coloniales donde más se habla de libertad y de democracia.
Pero no libertades concretas y efectivas de los individuos ni de verdadera democracia en cuanto ella significa respeto al pueblo, reconocimiento de que su voluntad es la única fuente de poder. Se trata de libertad para que el dominador pueda imponer su política represiva y extender su voluntad de extenuación. Libertad para la acción de sus monopolios, libertad para imponer precios de conveniencia, libertad para desbaratar toda tentativa de organización resistente. En una palabra: libertad de acción para el capataz de los escalvos, no para los esclavos.... Todos estos paises subordinados tienen también ejércitos y escuadras que desfilan gallardamente ciertos días del año. Pero los ejércitos y las escuadras semantienen aislados del pueblo, para que no llegue hasta ellos la voz de sus disconformidades. Además, en último caso, como son instituciones piramidales, sólidamente jerarquizadas por la disciplina, es suficiente convencer a un pequeño grupo de se más altos jefes. A veces basta con un general y un almirante...
RAÚL SCALABRINI ORTIZ
MAESTRO DEL PENSAMIENTO NACIONAL Y POPULAR
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