(fragmento de la obra MI
MENSAJE)
LAS
JERARQUÍAS CLERICALES
Entre los
hombres fríos de mi tiempo señalo a las jerarquías clericales cuya inmensa
mayoría padece de una inconcebible indiferencia frente a la realidad sufriente
de los pueblos. Declaro con absoluta sinceridad que me duelen como un desengaño
estas palabras de mi dura verdad. Yo no he visto sino por excepción
entre los altos dignatarios del clero generosidad y amor... como se merecía de
ellos la doctrina de Cristo que inspiró la doctrina de Perón. En ellos
simplemente he visto mezquinos y egoístas intereses y una sórdida ambición de
privilegio. Yo los acuso desde mi indignidad, no para el mal sino para el bien.
No les reprocho haberlo combatido sordamente a Perón desde sus conciliábulos
con la oligarquía. No les reprocho haber sido ingratos con Perón, que les dio
de su corazón cristiano lo mejor de su buena voluntad y de su fe. Les reprocho
haber abandonado a los pobres, a los humildes, a los descamisados, a los
enfermos, y haber preferido en cambio la gloria y los honores de la oligarquía.
Les reprocho haber traicionado a Cristo que tuvo misericordia de las turbas.
Les reprocho olvidarse del pueblo y haber hecho todo lo posible por ocultar el
nombre y la figura de Cristo tras la cortina de humo con que lo inciensan. Yo
soy y me siento cristiana. Soy católica, pero no comprendo que la religión
de Cristo sea compatible con la oligarquía y el privilegio. Esto no lo
entenderé jamás. Como no lo entiende el pueblo. El clero de los nuevos
tiempos, si quiere salvar al mundo de la destrucción espiritual, tiene que
convertirse al cristianismo. Empezar por descender al pueblo. Como
Cristo, vivir con el pueblo, sufrir con el pueblo, sentir con el pueblo.
Porque no viven ni sufren ni sienten ni piensan con el pueblo, estos años de
Perón están pesando sobre sus corazones sin despertar una sola resonancia.
Tienen el corazón cerrado y frío. ¡Ah, si supieran qué lindo es el pueblo,
se lanzarían a conquistarlo para Cristo que hoy, como hace dos mil años, tiene misericordia
de las turbas!
LA
RELIGIÓN
Cristo
les pidió que evangelizasen a los pobres y ellos no debieron jamás abandonar al
pueblo donde está la inmensa masa oprimida de los pobres. Los políticos
clericales de todos los tiempos y en todos los países quieren ejercer el
dominio y aún la explotación del pueblo por medio de la iglesia y la religión. Muchas veces, para desgracia de la
fe, el clero ha servido a los políticos enemigos del pueblo predicando una
estúpida resignación... que no sé todavía cómo puede conciliarse con la
dignidad humana ni con la sed de Justicia cuya bienaventuranza se canta en el Evangelio.
También el clero político pretende ejercer en todos los países el dominio y aún
la explotación del pueblo por medio del gobierno, lo que también es peligroso
para la felicidad del pueblo. Los dos caminos del clericalismo político y de
la política clerical deben ser evitados por los pueblos del mundo si quieren
ser alguna vez felices. Yo no creo, como Lenín, que la religión sea el opio de los
pueblos. La religión debe ser, en cambio, la liberación de los pueblos; porque cuando
el hombre se enfrenta con Dios alcanza las alturas de su extraordinaria
dignidad. Si no hubiese Dios, si no estuviésemos destinados a Dios, si no
existiese religión, el hombre sería un poco de polvo derramado en el abismo de
la eternidad. Pero Dios existe y por El somos dignos, y por El todos somos
iguales, y ante El nadie tiene privilegios sobre nadie. ¡Todos somos iguales!
Yo no
comprendo entonces por qué, en nombre de la religión y en nombre de Dios, puede
predicarse la resignación frente a la injusticia. Ni por qué no puede en cambio
reclamarse, en nombre de Dios y en nombre de la religión, esos supremos
derechos de todos a la justicia y a la libertad. La religión no ha de ser jamás
instrumento de opresión para los pueblos. Tiene que ser bandera de rebeldía. La
religión está en el alma de los pueblos porque los pueblos viven cerca de Dios,
en contacto con el aire puro de la inmensidad. Nadie puede impedir que los
pueblos tengan fe. Si la perdiesen, toda la humanidad estaría perdida para
siempre. Yo me rebelo contra las "religiones" que hacen agachar la
frente de los hombres y el alma de los pueblos. Eso no puede ser religión. La
religión debe levantar la cabeza de los hombres. Yo admiro a la religión que
puede hacerle decir a un humilde descamisado frente a un emperador: "¡Yo
soy lo mismo que Usted, hijo de Dios!" La religión volverá a tener su
prestigio entre los pueblos si sus predicadores la enseñan así: como fuerza de
rebeldía y de igualdad, no como instrumento de opresión. Predicar la
resignación es predicar la esclavitud. Es necesario, en cambio, predicar la
libertad y la justicia.
¡Es el
amor el único camino por el que la religión podrá llegar a ver el día de los
pueblos!
LAS
FORMAS Y LOS PRINCIPIOS
Yo vivo
con mi corazón pegado al corazón de mi pueblo y conozco por eso todos sus
latidos. Yo sé cómo siente, cómo piensa y cómo sufre. No se me escapa que
muchas veces ha sido engañado y que en materia religiosa tiene demasiados
prejuicios y acepta numerosos errores. Yo no me siento autorizada para juzgar
sobre este trascendente tema. Mi mensaje está destinado a despertar el alma de
los pueblos de su modorra frente a las infinitas formas de la opresión, y una de
esas formas es la que utiliza el profundo sentido religioso de los pueblos como
instrumento de esclavitud. El sentimiento religioso debe ser defendido por
los pueblos y por eso todas sus deformaciones reclaman una condenación
imperdonable. Yo creo que tanto mal han hecho a la humanidad los que creen que
la religión es una simple colección de formalidades exteriores como aquellos
que no ven otra cosa que principios de absoluta rigidez. La religión es para
el hombre y no el hombre para la religión, y por eso la religión ha de ser
profundamente humana, profundamente popular. Y para que la religión sea así,
profundamente popular; debe volver a ser como antes. Ha de volver a hablar en
el lenguaje del corazón que es el lenguaje del pueblo, olvidándose de los
ritos excesivos y de las complicaciones teológicas también excesivas. Cuando al
pueblo se le habla con sencillez y con amor; acepta la verdad que se le ofrece.
Y con más fe todavía si se le predica con el ejemplo. Desgraciadamente nuestro
pueblo, y acaso todos los pueblos de la tierra, sólo han visto demasiado
interés en los predicadores de la fe y acaso por eso mismo, les han cerrado el
corazón.
LOS
PUEBLOS Y DIOS
Muchas
veces, en estos años de mi vida, he pensado qué lejos estaban ciertos
predicadores y apóstoles de la religión del corazón del pueblo... porque la
frialdad y el egoísmo de sus almas no podía contagiar a nadie ni sembrar en las
almas el ardor de la fe, que es fuego ardiente. Yo sé –y lo declaro con
todas las fuerzas de mi espíritu- que los pueblos tienen sed de Dios. Y sé
también como trabajan sacerdotes humildes en apagar aquella sed. Mi acusación
no va dirigida contra éstos, sino contra quienes por egoísmo, por vanidad por
soberbia, por interés o por cualquier otra razón indigna a la causa que dicen
defender. alejan a los pueblos de la verdad, cerrándoles el camino de Dios. Dios
les exigirá algún día la cuenta precisa y meticulosa de sus traiciones con mucho
más severidad que a quienes, con menos teología, pero con más amor, nos
decidimos a darlo todo por el pueblo. Con toda el alma, con todo el corazón.
(fragmento de la Obra LA RAZÓN DE MI VIDA)
NOCHEBUENA Y NAVIDAD
La nochebuena es de los pobres, de los humildes, de los
descamisados desde que Cristo, despreciado por los ricos que le cerraron todas
las puertas, fue a nacer en un establo... y ¿acaso los ángeles no llamaron a los
pastores, a los hombres más humildes y pobres de Belén... y únicamente, a ellos
le comunicaron la buena nueva que venía a alegrar el mundo?
Únicamente a los pastores, a los humildes, a los pobres les fue
anunciada la "paz de buena voluntad...".
¿Qué tiene de raro que Perón sólo luche por la felicidad de los
descamisados?
¡Los otros, los demás, ya tienen la felicidad que ellos mismos se
pueden construir!
(…)
Recuerdo que un día alguien me rogó que fuese más "cristiana",
y que invocase más frecuentemente a Dios en mis discursos y en mi actividad
pública.
- Quiero dejar aquí en estos apuntes la respuesta que le di,
porque me he prometido ser sincera en todo... también en esto: Es cierto lo que
Ud. dice. Yo no invoco a Dios muy frecuentemente. La verdad es que no lo quiero
complicar a Dios en el bochinche "de mis cosas". Además, casi nunca
lo molesto a Dios pidiéndole que me recuerde, y nunca reclamo nada para mí.
Pero lo quiero a Cristo mucho más de lo que Ud. cree: yo lo quiero en los
descamisados. ¿Acaso no dijo Él que estaría en los pobres, en los enfermos, en
los que tuviesen hambre y en los que tuviesen sed?
Yo no creo que Dios necesite que lo tengamos siempre en los
labios. Perón me ha enseñado que más vale llevarlo en el corazón. Yo soy
cristiana por ser católica, practico mi religión como puedo y creo firmemente
que el primer mandamiento es el del amor. El mismo Cristo dijo que...
"nadie ama más que el que da la vida por sus amigos".
Si alguna vez lo molesto a Dios con algún pedido
mío es para eso: para que me ayude a dar la vida por mis descamisados.
(fragmento de la obra CURSO HISTORIA DEL PERONISMO)
CRISTIANISMO Y PERONISMO
Perón ha dicho que su
doctrina es profundamente cristiana y también ha dicho muchas veces que su
doctrina no es una doctrina nueva; que fue anunciada al mundo hace dos mil
años, que muchos hombres han muerto por ella, pero que quizá aun no ha sido
realizada por los hombres.
LA DOCTRINA DE PERON Y LOS HUMILDES
Pero volviendo al cristianismo. Nosotros los peronistas concebimos
el cristianismo práctico y no teórico. Por eso, nosotros hemos creado una
doctrina que es práctica y no teórica. Yo muchas veces me he dicho, viendo la
grandeza extraordinaria de la doctrina de Perón: ¿Cómo no va a ser maravillosa
si es nada menos que una idea de Dios realizada por un hombre? ¿Y en qué
reside? En realizarla como Dios la quiso. Y en eso reside su grandeza:
realizarla con los humildes y entre los humildes.
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