Cada uno maneja individualmente su instrumento y tiene su función, pero todos obedecen puntillosamente los dictámenes de un texto que sólo es inteligible para los músicos. Quien verdaderamente manda allí, no está presente. Ellos no son nada más que intérpretes de una voluntad escrita en un leguaje sólo por ellos inteligible, un lenguaje con muchos puntos negros, como un texto masónico.
Muy semejante al de la música es el espectáculo intelectual y la técnica de la política. Cada político maneja un instrumento de sonoridades, timbres y voces particulares. Cada uno es distinto de los otros, independiente, y aparentemente libre de ejecutar lo que se le ocurra. Pero ésa es una ilusión falaz que sólo puede engañar al que ignora las leyes de un concierto político. Parecen libres, como los músicos de la orquesta. Pero si están en la orquesta, es porque están concertados, es decir, armónicamente combinados en las ulterioridades de la sinfonía política. Soplan en la flauta, no cuando quieren, sino cuando les corresponde soplar. Un artículo inocente, un ensayo, una opinión colateral, son modulaciones que se sincronizan en la gran voz de la publicidad, cuya resonancia ahoga el genuino clamor de la necesidad nacional.
Se arguye que la Constitución Argentina del 49 no es democrática ni republicana porque permite la reelección del presidente y se hace caso omiso de que la Constitución norteamericana, de donde está copiada la nuestra en su mayor parte, también acepta la reelección de los presidentes. Pero la alharaca que se alza en torno a la reelección es una coartada de disimulo. Allí no están los huevos del tero. Es sabido que el tero chilla en un lugar distante del nido para distraer y alejar a los que buscan sus huevos. Los huevos del tero están en el artículo 40 de la Constitución Argentina. Es el artículo 40 el que se quiere eliminar, no el que se refiere a la reelección del Presidente.
(...) El artículo 40 sí es un obstáculo, una verdadera muralla que nos defiende de los avances extranjeros y está entorpeciendo y retardando el planeado avasallamiento y enfeudamiento de la economía argentina. Mientras esté vigente el artículo 40, no podrán constituirse las sociedades mixtas, porque todo lo que se ure estará incurablemente afectado de inconstitucionalidad. Ni los transportes, ni la electricidad, ni el petróleo podrán enajenarse ni subordinarse al interés privado, con que se enmascara el interés extranjero, mientras permanezca en pie el artículo 40 de la Constitución Nacional (del 49).
(.....)
Cada párrafo del artículo 40 tiene la recia estructura de un bastión, y sus nítidas aristas no se prestan a torcidas interpretaciones. "La importación y la exportación estarán a cargo del Estado". "Los minerales y caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedades imrescriptibles e inalienables de la Nación". "Los servicios públicos pertenecen originalmente al Estado y bajo ningún concepto podrán ser enajenados o concedidos ara su explotación". "Los que se hallasen en poder de particulares serán transferidos al Estado, mediante compra o expropaciación. "El precio de la expropiación ... será el del costo de origen... menos las sumas que se hubieran amortizado." Son párrafos perfectos, concluyentes y sonoros como una cachetada. Cuando el artículo 40 estaba a consideración de la Asamblea de Constituyentes, una tremenda ola de cablegramas pretendió anegarlo y ahogarlo en germen. Durante varios años, el artículo 40 fue centro de la animadversión periodística y diplomática extranjera. De pronto se ha heco el silencio en torno. Los antirreformadores de la Constitución pasan en puntas de pie y parecen ignorarlo. Pero nosotros que tenemos una larga práctica en la técnina de las orquestaciones políticas denunciamos que el verdadero objetivo de las proyectadas reformas a la Constitución Nacional (del 49) es el de derogar o anular o eliminar el artículo 40. Y sólo nos resta esperar que el silencio que lo rodea sea como el silencio que en la novena sinfonía precede a los tres golpes del destino"
RAUL SCALABRINI ORTIZ
MAESTRO DE PENSAMIENTO NACIONAL Y POPULAR
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