El Poder mundial avanzó hacia formas de dominio "menos" crueles, sin tanto derramamiento de sangre, más limpia y asépticas, aunque igual de repugnantes. Porque es la colonización de la opinión lo que prevalece en el nuevo escenario, al que bien podríamos denominar como el tiempo de la MEDIOCRACIA... Algo así como el gobierno mundial de los medios, a los que por otra parte no les faltan sus mediocres representantes.
(...) Reemplazan la agenda política y social del pais con su propia agenda de intereses comerciales.
El discurso del poder económico, inyectado en la sociedad a través de esa MEDIOCRACIA, narcotiza al hombre común de tal manera que, en esa humareda de ideas y pensamientos que inhala, no logra darse cuenta de que queda esclavizado a una serie de pautas que lo condicionan a pensar que "la vida es así", y que el bienestar y cualquier episodio que lo reivindique como persona irrumpirá sólo cuando entienda que debe aceptar las reglas de juego que aquel le impone.
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Se puede decir que estamos en presencia de intelectuales ventrílocuos del poder, "chirolizados", con una función específica: repetir lo que sus "misters" le ordenan para que los pueblos acepten, inexorablemente, los designios impuestos por "la realidad", por el mundo que se hizo así, injusto y ciertamente reprochable, pero al que hay que aceptar con todo lo malo que tiene porque no existe otro, porque ya llegará el momento (ahora no, más adelante tal vez) de corregirlo, aunque pasen décadas, décadas y más décadas.
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El trabajo más bajo y vil de quienes forman parte de la MEDIOCRACIA es esconder la identidad de quienes financian, dirigen y promueven ese sistema; enmascarados de la banca, de la gran empresa y de la tecnocracia, "presentados" - aunque escondan la cara - como respetables personas preocupadas por el destino de la humanidad. Seres despojados de historicidad y de intereses particulares y que al igual que los sacerdotes de un rito difunden sus fórmulas mágicas con el aplomo y la seguridad de quienes se sienten inspirados por la divinidad.
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Ganar siempre y ganar mucho, muchísimo, es lógico, natural, porque esa búsqueda frenética de las corporaciones no tiene límites morales (no tiene por qué tenerlos dicen sus defensores), aunque debajo de la pila de billetes el hombre quede aplstado como una hormiga. (...)
Vendrán entonces los sumos pontífices de la comunicación para distribuir como hostias las teorías que explican por qué unos alcanzan el éxito, osea, el consumo, y otros son un fracaso: la miseria. Se escuchará, se leerá que "los que primero descubrieron el valor del capitalismo nos llevan ventaja porque se educaron en sus valores y tuvieron la firme voluntad de persistir en su conquista". Pero además, y sobre todo, porque surgieron del mundo avanzado del protestantismo, que prohijó al liberalismo y acabó con la idea común (comunitaria) del orden hispánico-medieval.
Y así como también nos demostraron a lo largo de la historia, esa superioridad tendra que ver con los genes, el clima y la cultura de los avanzados. Que son superiores a la de los débiles que vivimos en la periferia, en los suburbios del planeta. Aparecerán entonces, desde las pantallas de la televisión, los ilustrados que nos dirán que para acercarnos un poco a lo que los otros, los fuertes, consiguieron, tenemos que aceptar los consejos que ellos nos dictan desde el pedestal en que viven, con el lógico poder de los que, como alguna vez cantó alguien, "la tienen más larga".
(extractos del Libro "Diario de Guerra - Clarín, El Gran Engaño Argentino"
CLAUDIO DÍAZ
COMPAÑERO, ESCRITOR, INVESTIGADOR Y PERIODISTA
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