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"LA NACIÓN SEGÚN “MAYO-CASEROS” por Arturo Jauretche






de la obra: “Los Profetas del Odio y La Yapa”



En el espíritu que informa la línea Mayo-Caseros como dice Fermín Chávez (op. Cit.) – que en este sentido es totalmente expresiva de nuestra “intelligentzia”-, Mayo no se hizo para constituir una nación como fin en sí; esta se realizaba como medio para llegar a lo que Caseros logró: la creación de un sistema institucional. Así los atributos que corresponden a la nación son subsidiarios de los que corresponden a lo institucional; de aquí que la traición a la Patria no resulta de la negación de su soberanía, sino de la alteración de su régimen institucional. En tal mentalidad atentar contra el mismo es motivo de proceso previsto en la Constitución; no lo es aliarse con el extranjero si el motivo es defender las instituciones, cualquier sean las concesiones que al extranjero se hacen, y que son imprescindibles porque el extranjero recaba precio. Esta actitud era lógica en los vencedores de Caseros que cohonestaban así su alianza con el extranjero como medio para realizar lo institucional; pero se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales.



Últimamente se ha incorporado a los programas de enseñanza secundaria, una asignatura, Educación Democrática, que sistematiza esa concepción de la nación como medio de las instituciones.



Así explica que la enseñanza primaria no ha estado dirigida a la formación de hombres sino a la formación de ciudadanos. No se ha querido formar hombres para la patria, sino ciudadanos para las instituciones, que son el fin de aquella, pues la Argentina no es una continuidad en devenir histórico, sino el inmóvil punto de apoyo de las instituciones inmovilizado en el ideario que las creó.



A su vez, como las instituciones se identifican con el ideario que las fundó, ya implícito que el ciudadano así logrado debe oponerse a cualquier transformación en el devenir nacional que altere la identificación ideario-instituciones. Aún las que resulten del mismo juego institucional, en cuanto afectan la ideología para cuya ejecución se hicieron las instituciones. De aquí lógicamente la justificación del fraude, la violencia y la exclusión del juego institucional en cuanto este libre juego pone en peligro la libertad según la concepción de la ideología.



(La Patria de los franceses es una continuidad con la Monarquía, con la Revolución, con el Imperio, con la Restauración, con el Nuevo Imperio, con la Tercera República y con el régimen de De Gaulle; la de los ingleses es la misma con Cronwell que con la Monarquía, porque las formas de gobierno, las instituciones son sólo instrumentos transitorios de la nación. Aún termina por ocurrir en Rusia. Pero aquí, con la mentalidad de la “intelligentzia”, transferida a toda la enseñanza, la Patria deja de ser en cuanto está en riesgo lo institucional, y lo institucional es inseparable del ideario de la generación que se expresó a través de ello, y la que la nación debe servir.


En consecuencia patria y liberalismo es la misma cosa.


Vuelvo a los humoristas. Al día siguiente de la revolución del 28 de junio de 1966 la tira cómica de El Mundo, publica la cara de Mafalda abarcándola toda. Quino logra darle una expresión de perplejidad que se corresponde a la pregunta que Mafalda se hace: “¿Y eso que me enseñaron en la escuela?”



Es que Mafalda se plantea el problema de si la Patria sigue, cuando han caído las instituciones. Su buen sentido le dice que sí; su formación escolar le dice que no. Mafalda está en la edad del interrogante; el adulto de la “intelligentzia” ya está habituado ser “patriota” alternativamente, según funcione o no lo institucional. O a no serlo de ninguna manera, con lo que evita perplejidades y es más fácil acomodarse.



En cuanto la Patria “no es el suelo en que se ha nacido”, como dice Echerverría y ese pensamiento es propuesto para las sucesivas generaciones de argentinos, y muy especialmente par la gente de las Fuerzas Armadas, el sentido de nacionalidad pierde su base y pasa a apoyarse en supuestos ideológicos. La soberanía y la independencia se derrumban con la concepción institucional de la Patria y se derrumba la solidaridad con el pueblo en cuanto expresión humana del hecho territorial. El camino está abierto para todas las formas de la traición; la solidaridad con formas institucionales o de vida, determinados órdenes sociales, convicciones internacionales, etc. En que puede volverse contra el propio territorio y el propio pueblo. ¡Y esto se adoctrina en los institutos militares provocando una deformación espiritual apta para desarrollar un lugar de la mentalidad soberanista del soldado una mentalidad policial útil para imponer consignas exteriores sobre las dictadas por el sentimiento nacional!



En los Estados Unidos el pensamiento del Pentágono puede o no representar la patria norteamericana y lo mismo ocurre en la Unión Soviética. Pero: ¿cuáles son las diferencias en el patriotismo de pentagonistas o sovietistas entre nosotros? Las diferencias consisten en las diferencias entre Estados Unidos y el Soviet. Respecto de los nuestro coinciden en considerarlo subordinado.



Ya iremos viendo cómo es y cómo funciona el aparato de la superestructura cultural que hace la colonización pedagógica. Hasta ahora hemos ido conversando – pues espero que esto sea un diálogo con Ud., lector, interferido entre sus propias interrogaciones y respuestas- para que imperceptible y naturalmente vayamos descubriendo los puntos de apoyo que el pensamiento colonialista ha creado en nuestro pensamiento desde la primera edad, para asentar sobre esos pilotes la arquitectura de su falsedad. Conociendo esas bases, conoceremos la inconsistencia de las premisas en que se asientan sus sofismas y aprenderemos a oponer a sus frases hechas y a la desviación mental introducida por la desconexión con la realidad, el simple sistema de mirar sin anteojeras y juzgar según el sentido común.



Se dice del sentido común que es el menos común de los sentidos. El sentido común es simplemente el buen sentido y todos lo tenemos, pero sepultado bajo los resabios que nos deja una formación cultural iniciada para un mundo desvinculado de la realidad y constantemente deformado por los medios de información y de cultura. Lo que pasa es que tenemos dos clases de respuestas: las que damos, y nos damos, como hombres del común, y las que damos y nos damos como “cultos”, contestamos al “docente” como educando. Por hábito hacemos entonces a un lado el buen sentido y nos ponemos en el tono intelectual que reclama la “docente”. Bastará con no ponernos el guardapolvo blanco del educando para que colocados fuera del “año lectivo” contestemos con la naturalidad de la calle y del hogar, espontáneamente.


DON ARTURO JAURETCHE
MAESTRO DEL PENSAMIENTO NACIONAL Y POPULAR 





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