"Un manto grasiento de mentiras cubre a la llamada civilización occidental
y cristiana. Las mismas informaciones, los mismos alimentos periodísticos
científicamente orquestados por un puñado de agencias noticiosas -en
su mayoría norteamericanas- son los megáfonos monstruosos de los truts
mundiales que dirigen la economía internacional y congelan la opinión
pública en una visión aberrante de la vida. Esta información cotidiana
que reciben millones de seres no es más que la pantalla deformante del
mundo real interpuesto por los monopolios.
El imperialismo económico
aparea el imperialismo cultural. El 90% de las noticias políticas, financieras,
artísticas, historietas para niños y adultos, son acaparadas por diez
agencias noticiosas de ilimitado poder difusor, a las que deben sumarse
las estadísticas y estudios especializados, no siempre falsos, pero
incompletos y dirigidos a deformar la realidad. Estas agencias noticiosas
y organizaciones como la CEPAL, UNESCO, etc., fiscalizadas por los monopolios,
son fábricas de narcóticos ideológicos, de mercaderías mentales que
atrofian en el infantilismo cultural, o en la verdad a medias, a millones
de seres en las metrópolis y en las colonias.
Nadie está totalmente
inmunizado contra esta urdimbre de la propaganda capitalista. De estas
invasiones mentales del imperialismo, de esta idiotización pedagógica
concentrada que las grandes usinas psicológicas manipulan a fin de inducir
a los habitantes de las metrópolis al optimismo más trivial, y a las
colonias, a mirar lo propio con ojos extranjeros. O sea, con optimismo
importado. La propaganda es la segunda naturaleza del colonizado armada
por las vías entrelazadas del cine, la tevé, la radio, los avisos comerciales,
etc.
En las colonias la realidad social está maquillada. Se imita a
las metrópolis productoras de venenos culturales, tanto como de artículos
de mercado, se calcan las modas extranjeras, se leen los autores extranjeros.
Todo es comercializado. La putrefacción de la cultura de las metrópolis,
el hipismo, la homosexualidad, los crímenes orgiásticos de Charles Mason,
son exportados, lo mismo que los vicios de la burguesía europea o norteamericana
expuestos como formas permanentes de la vida, y no como lo que son,
frutos apestosos de una sociedad en descomposición. (...) He aquí el fúnebre escenario de la cultura del
imperialismo que en los subsuelos dorados de las grandes urbes agruma
a las clases altas y medias, en el tedio, el miedo o el vértigo, en
tanto más abajo, pero cerca ya, las miserables masas se preparan contra
una cultura miserable..."
JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ARREGUI
Maestro del Pensamiento Nacional y Popular
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